martes, 27 de mayo de 2008

Todos los nombres

"Todos los nombres" es una base de datos elaborada por un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla que documenta y registra los nombres y expedientes de todos los andaluces represaliados por el franquismo. Su dirección es: http://www.todoslosnombres.org/. En la página, abajo a la izquierda, puede leerse: Número de nombres en la base de datos: 34959. No están, ni mucho menos, todos los que son.

Si conoces a alguien que fue víctima de esta represión y pones su nombre en el buscador, podrás ver su ficha y saber que su nombre no será olvidado en la historia, como los cuerpos que aún yacen en las cunetas. Y aún hay quien dice: “que no molesten, que hay que olvidar, que son ganas de remover el pasado...”. Claro, a ellos ni les tocó ni les importa.

Decía Antonio Machado en un poema: “Ya hay un español que quiere/ vivir y a vivir empieza,/ entre una España que muere/ y otra España que bosteza./ Españolito que vienes/ al mundo te guarde Dios./ una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón."

Antonio Machado no lo sabe, pero todavía hay una España que bosteza.






Hijo de Manuel, nacido en 1915. Condenado a muerte. Profesión: Campesino.

sábado, 10 de mayo de 2008

Piedras y honor

Habitante de La Cañada.



El que no se haya enterado a estas alturas de que esto es un mercado donde todo está en venta es porque va como un burro con los ojos tapados para no ver nada y seguir con su vida de ameba o porque está implicado de algún modo y no le conviene.

Aparte de los noticiarios, se han emitido en la televisión diversos reportajes, documentales sobre la situación de muchos barrios que son objeto de la especulación de los ayuntamientos, los gobiernos autonómicos o regionales, como por ejemplo el de Murcia, que, por cierto, a pesar de ser comunidad autónoma, ha decidido seguir llamándose región, quizás en un acto nostálgico de tiempos que considerarán mejores. No es novedad ver las imágenes de los barrios más emblemáticos del carácter de una ciudad arrasados por las apisonadoras de los negocios gubernamentales en nombre del progreso.

Hace unos días revisé un reportaje sobre el ya condenado barrio de El Cabanyal de la ciudad de València. En algunas de sus paredes se pueden leer pintadas como “Rita prevaRica” que se refieren, por supuesto, a la señora Barberá que ha decidido destruir un barrio del puerto, el más auténtico de la auténtica València, para abrir un paseo bien amplio desde el centro de la ciudad hasta el mar. Supongo que habrá considerado que algunos negocios apestan tanto que es necesario abrir un pasillo por donde entre la brisa fresca del mar y les libre de la asfixiante pestilencia de la corrupción. Comentaba algún vecino que el primer paso para conseguir arrasar un barrio que se interpone en los planes urbanísticos de un ayuntamiento es favorecer la degradación del mismo y, una vez conseguido esto, argumentar que el barrio es irrecuperable y que se necesita una limpieza total, cortar por lo sano porque el problema ya no tiene arreglo. ¿Cómo se consigue esto?, me pregunté yo.

Hoy veía otro nuevo reportaje sobre la Cañada Real de Madrid, ese barrio de valientes que debería servir de ejemplo a los otros españoles que dormimos anestesiados por el supuesto “bienestar”. Las imágenes de la Cañada Real en los informativos han sido las de personas en pie de guerra defendiendo un barrio apocalíptico de viviendas construidas más con el esfuerzo de los que se saben merecedores de algo mejor que con los posibles de los muchos que los contemplan con desprecio y considerándose en una posición de superioridad existencial. Hoy, en este reportaje, he podido ver imágenes de un barrio en donde la gente se conoce y se ayuda, incluso se protege. No olvidemos que algunos vecinos, con el dinero que han recolectado, han vuelto a levantar nuevas viviendas sobre los escombros de otras que fueron destruidas por las brigadas municipales. También he podido escuchar a muchos de ellos contando que hasta hace unos años el barrio era tranquilo y no había yonquis pinchándose en los coches, como ahora. De nuevo la misma táctica: primero la degradación, después la expropiación. Cuando el barrio de La Cañada se defendió con piedras y honor, los informativos recogían también opiniones de la calle que estaban de acuerdo con que se les quitasen sus casas, porque en La Cañada, decían, no hay ningún propietario legal, ya que el dueño de esos terrenos es la Comunidad de Madrid.

Pero ¿y en El Cabanyal? ¿Qué pasa ahí? En ese barrio sí hay propietarios legales, pero ¿qué derechos tienen ante la voracidad del ayuntamiento? Muchos de los que defienden a la Comunidad de Madrid en estos actos dicen: “Yo tengo que pagar mi piso, que ellos paguen uno también”. Parece que desearían hacer lo mismo pero no se han atrevido y por eso aplauden el “escarmiento”. Pero ¿qué dicen esos “buenos pagadores” de los barrios como El Cabanyal? Estas personas han pagado sus viviendas durante toda su vida y ahora deben marcharse de allí, buscar algún otro lugar que no podrán pagar porque en la mayoría de los casos son personas mayores que además percibirán una miseria por la casa que les van a quitar.

Pero vuelvo a preguntar: ¿Cómo se consigue la degradación de un barrio? Porque en estos dos barrios mencionados los vecinos nos explican que antes no había yonquis, ni inseguridad, ni ratas. Pues se consigue abandonando el barrio de todo tipo de servicios, sobre todo el de seguridad y vigilancia. Así, los yonquis, los camellos y las ratas en general acaban descubriendo un lugar tranquilo donde operar con sus actividades, en donde saben que la poli no hace la ronda ni acude a las llamadas de alerta de los vecinos o lo hace con mucha demora. Después, cuando ya no se trata de un barrio bonito, saben que muchos van a decir: “Borradlo de mi vista, es algo feo que no quiero contemplar”.

A mi se me ocurre que es como si te acercas a una persona que vive en la calle y le quitas la única manta que tiene. Luego esperas a que vaya enfriándose y cuando ya está en las peores condiciones pasa alguien y te dice: “Oh, vaya, si está medio muerto. Anda, pégale un tiro ya y ahórrale el sufrimiento”. Y tú contestas: “Desde luego”. ¡Pum!





Habitantes de cualquier otro barrio.